"Seamos capaces de sentir la satisfacción moral de un acto de libertad."

(Rodolfo Walsh)

miércoles, 5 de diciembre de 2007

LA ÑATA CONTRA EL VIDRIO


Nuevamente me siento a escribir sin saber muy bien de qué. Lo que sí sé es que necesito escribir, necesito volcar… ¿Volcar, dije? ¿Volcar qué? No parece que sea volcar alguna idea en este papel virtual. Puede ser volcar en tanto derrapar, dar tumbos… o vomitar. Voy a empezar por esto último. Si lo que necesito es vomitar, habría que ver qué cosa me saturó y me está haciendo tan mal que necesito volcarla hacia afuera, sacarla de mí. Ya vuelvo sobre esto. Si lo que necesito es chocar, hacerme pelota… entonces, empiezo a entender por qué también tengo ganas de vomitar... Parece que lo primero no necesita de lo segundo pero lo segundo requiere de lo primero.

Bien… así las cosas, el razonamiento parece correcto. El problema empieza cuando hay que ponerle nombre a la saturación, al malestar… Y la verdad, no quisiera tener que hacerlo… porque entonces estoy segura de que va a ser un vuelco triple. Claro, yo sé por donde estoy haciendo agua, por dónde se me hunde el bote…

De todas maneras, el mecanismo parece repetirse: saturación-vuelco-vómito-problema no resuelto-nueva saturación-nuevo vuelco-nuevo vómito… y así hasta la locura…

Hay quienes tienen algunos métodos para exorcizarse a sí mismos de estas situaciones, que por supuesto no las resuelven, pero las hacen más llevaderas. El humor, por ejemplo. Y en ésa yo me prendo. El sentido del humor me ha sacado de las situaciones más bizarras. Pero es sólo cuestión de saber observar un poquito a los demás… para detectar cuál es el momento de humor de una persona que está alegre o feliz y el de alguien que está dejando la vida en el camino y se ríe con la ilusión de que, de a ratos, vuelve a estar vivo.

Claro, hilando, dejando fluir las ideas, de repente se juntaron los tumbos, las ganas de vomitar y la muerte, o más bien, la no-vida. No es lo mismo morir que no vivir, eso es bastante simple… el famoso “muerto en vida”… La frase habitualmente se asocia al infeliz, al tipo que no hizo nada de su vida y que sigue haciendo nada… Yo creo que la muerte en vida pasa por otras latitudes humanas. Me remite a la forma de caminar de los animales encerrados, la conducta de cautiverio típica de los zoológicos… con la pobre bestia gastando el suelo siempre en la misma dirección, yendo y viniendo sobre la misma línea, con la libertad a dos pasos y las rejas a uno.

Ahí está, tal vez, el conjunto de palabras-ideas que puede darle forma a esa sensación de ahogo, derrape, vómito, no-vida… es ver la liberación tan cerca y no poder asirla… dar vueltas como león enjaulado por los barrotes del problema que uno no puede resolver.

Como dice el tango… es ver la vida con la ñata contra el vidrio, esa reja transparente que te separa de los felices, o de los que, al menos, parecen serlo.

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