Mucho queda por aclarar, por estos días.
Hasta ahora sabemos que Hebe de Bonafini, titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, fue bravamente traicionada por su hombre de mayor confianza, el apoderado de la asociación, Sergio Schoklender. Un personaje oscuro, hijo de una historia difícil, que asesinó a sus padres, que estuvo en la cárcel donde se recibió de abogado y a quien Hebe prohijó, como prohijaría a otro, para darle una nueva oportunidad.
¿En qué consistió la traición?
Schoklender robó los aportes jubilatorios y por desempleo de los más de 5.200 trabajadores de la Misión Sueños Compartidos, que construye viviendas sociales en todo el país.
Éso es lo que sabemos hasta ahora. Es lo que dicen las madres y los funcionarios nacionales que explicaron que el Gobierno Nacional no subsidiaba a las Madres para la construcción de las casas, sino que a etapa de construcción completada, se le depositaba al gobierno local el dinero. El gobierno local (provincial, municipal) pagaba la etapa concluída. Por lo cual, no se detuvo la obra, los salarios de los trabajadores y trabajadoras (sí, hay mujeres en la construcción de las casas) están pagos. Pero se deben sus jubilaciones, sus seguros por desempleo.
Los desacuerdos graves comenzaron cuando Schoklender, que acompañó durante muchos años a las viejas pero no aprendió nada, quiso convertir a la Misión en una empresa. Y Hebe no quiso. Porque la militancia social no es una empresa, no hay lucro, hay dignificación de la vida.
Nada más. Y nada menos.
Schoklender, hábil negociante, él mismo obtuvo la patente para los paneles italianos con los que se construyen las casas, incluso edificios bajos, creó empresas, y trianguló los pagos de los gobiernos locales, en cuyos territorios se construyen las casas de Sueños Compartidos.
Lo peor es que trianguló la fe que las viejas tenían en él. Hizo un daño enorme, moral, económico, afectivo. Empezó a vivir lujosamente, hizo declaraciones temerarias a la prensa y todo se supo.
En un año electoral, con Hebe tan cerca de la Presidenta, fue un cross de derecha a la cara del Gobierno.
Los medios hegemónicos, como hienas carroñeras, se abalanzaron sobre el caso. Para Clarín y La Nación fue más importante titular sobre Schoklender que sobre el Satélite Aquarius que la Argentina puso en órbita, el único en su tipo que puede medir la salinidad de los océanos. Pero qué importa, no? Si se trata de destripar a una vieja de 83 años, hacerla mierda, para ver si se puede salpicar al gobierno. Incluso Perfil editó una foto que puso en la tapa (sacó a Estela de Carlotto), para intentar inculpar aún más a Cristina y a Hebe, en ocasión de una visita de la Presidenta brasileña Dilma Rouseff. Un gesto periodístico despreciable, que habla de la confiabilidad del medio más que todas las palabras que se puedan escribir.
De todos modos, aquí no hay queja. Son basura, actúan como basura. No hay traición, hay miseria humana.
Queda ahora esperar que la justicia haga su camino. Las Madres pidieron ser querellantes en la causa y también el allanamiento de las oficinas del ex apoderado.
Mientras la oposición desflecada trata de acomodarse a los tiempos electorales, el verdadero opositor, el Grupo Clarín (que robó Papel Prensa bajo la tortura de sus anteriores propietarios, cuya dueña se apropió de dos hijos de detenidas-desaparecidas y que aún impide que se conozca la verdadera identidad de los jóvenes, que estafó a los jubilados con acciones vendidas a las AFJP, que incumple la Ley de Medios de Comunicación Audiovisual), ése grupo encabeza todo con el escándalo que puede salpicar al gobierno.
El lector desprevenido se preguntará el por qué de tanta saña. En octubre habrá elecciones nacionales. Desde hace meses, todas las consultoras coinciden en que la Presidenta Cristina Fernández ganaría por un margen más que interesante, al punto de que tal vez ni siquiera haya segunda vuelta.
La Jefa del Estado encabeza un proyecto nacional y popular que no conviene a las elites económicas, que ganan como nunca, pero se quejan igual. Un proyecto que lleva casi 8 años en el poder, y al que quieren voltear, sin que nadie de la oposición pueda siquiera hacerle sombra.
Ésa es la razón. Y por éso yo las banco a las dos.
Yo banco a Cristina. Yo banco a Hebe.
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