Se habla mucho de bueyes perdidos... pero poco de VACAS ENCONTRADAS. Quiero desde aquí, intentar ser el medio vaso lleno, en la plena conciencia de que el lenguaje es transmisor de ideología... No hay competencia, sólo complementariedad, porque son las diferencias las que nos enriquecen. El aporte, aquí, es la mirada femenina. Ojalá les guste. Y que eso pase antes de que las vacas vuelen.
"Seamos capaces de sentir la satisfacción moral de un acto de libertad."
(Rodolfo Walsh)
sábado, 29 de diciembre de 2007
AMALO (anónimo)
Ama al hombre que te llame "bonita" en lugar de "sexy".
Al que te llame aún cuando le colgaste el telefono.
Al que se quede despierto solo para verte dormir.
Al que bese tu frente.
Al que quiera enseñarte al mundo cuando estes desarreglada.
Al que no le importe si engordaste o adelgazaste con los años.
Al que te diga "que quieres comer hoy, que yo cocino".
Al que tome tu mano frente a sus amigos.
Espera al que te diga constantemente cuanto le importas y lo suertudo que es por tenerte.
Y que cuando te presente a sus amigos diga: "Es ella..."
Amalo pues él te ama y difícilmente dejaría de hacerlo…
miércoles, 19 de diciembre de 2007
SERÉ ALCAUCIL... O NO SERÉ
En esta situación, son varias las cosas que uno hace y se pregunta. Algunos, ordenaditos hasta la exasperación, dejan todo preparado para que la familia resuelva sin mayores inconvenientes, a más de la tristeza, las cuestiones administrativas. Dejan bien especificado a dónde quieren que se mude su envase, y qué empresa prestará (no prestará, cobrará generosamente) el servicio… lo que mi abuela, que claro, ya no está, llamaba la “fiesta de velorio”. También dejan a mano los teléfonos de la obra social, y los números de las pólizas a las que haya accedido por medio de su trabajo, pack de aseguradora, seguros contratados cuando se obtiene un préstamo, o por simple elección personal. Adjuntarán a todo lo anterior, la lista de teléfonos de personas a las que desean que se avise e invite a su fiestita de despedida.
Sin embargo, los despelotados serán recordados, no con más o menos cariño, sino durante más tiempo y a las puteadas, por los parientes a cargo de la organización del último show.
Están quienes tienen fe en que su “departure” tendrá un “arrival” a nuevo destino atemporal, el que obviamente desconocen, pero pueden imaginar, según hayan sido buenas personas o unos terribles canallas. Y en este punto, sólo la imaginación personal trocará al cielo de un hermoso paisaje celeste a un estamento con puffs algodonosos, donde hay angelitos sentados. Y hará lo propio con el infierno, que podrá pasar de un temible fogonazo volcánico a una estufa de cuarzo de dos velas, todo según el cristal con que se mire la propia vida.
También hay quien cree que nada sucede más que el biológico cese de latido y respiración, fin del ciclo. Son quienes creen que al envase no hay que devolverlo (porque no nos fue dado), sino que hay que tirarlo a un tachito de basura, que en mi barrio se llama cementerio. Y vaya a saber uno por qué certidumbre, sospechan que la última mudanza será esa.
Yo, sin mayores conocimientos sobre el tema, he decidido que me convertiré en algo… eso que los que saben llaman reencarnación. Más allá de religiosidades varias, el cambio de estado es posible si, por ejemplo, las cenizas de lo que uno fue son colocadas cerca de una planta, a la que seguramente aportarán algún nutriente durante un tiempo. Pero existe la otra concepción de la reencarnación, según la cual –y en paralelismo con la propuesta turística de cielo e infierno- uno vuelve en un ser inferior o en uno superior, según haya tenido éxito o no con sus karmas de vidas anteriores.
Pues bien, yo no tuve éxito ni siquiera con el karma de mi vida presente, por lo que si se me permite elegir en qué volver, elijo que seré un alcaucil. Se preguntarán por qué un alcaucil… No sé, me gusta. El alcaucil es misterioso, pocos saben cómo es la planta de alcaucil. Es la clase de alimento que no admite indefiniciones, gusta o no. Y si gusta, se disfruta, no se deglute. Y a mí me gustaría que, aunque sea reencarnada, alguien me dedicara lo mejor de su boca y de sus sentidos, al menos, por los pocos minutos de felicidad que dura un alcaucil.
Lo dicho… seré alcaucil, o no seré.
sábado, 15 de diciembre de 2007
HOMBRES NECIOS...
Como para ir poniéndonos a tono, me gustaría citar y remarcar una parte de este poema fabuloso de Sor Juana, tal vez su estrofa más conocida, al sólo efecto de volver sobre ella un poco más adelante:
Hombres necios que acusáis
A la mujer sin razón,
Sin ver que sois la ocasión
De lo mismo que culpáis.
Vuelvo al siglo XXI, que padece secuelas graves de algunas costumbres adquiridas en la centuria pasada, y paso a detallar algunos usos realmente deplorables…
Ahora sí vuelvo sobre la estrofa… Habrán visto la marca de color en “Hombres necios que acusáis”/“de lo mismo que culpáis”.
miércoles, 12 de diciembre de 2007
REFUTACIÓN DEL GATAFLORISMO
¿Hace falta recordar qué significa “gataflorismo”? Tal vez para mis connacionales, no, pero si este texto –ay, Dios- cayera ante los ojos de algún hermano hispanoamericano, tal vez pudiera parecer chino básico. Y si cayera en manos de un chino, ni siquiera. Pues bien, lo que sigue es apenas a modo de explicación, y no un alarde de malos modales. Por mis pagos se llama “gata flora” a la mujer que nunca se conforma con nada, que se queja si no tiene algo y si lo tiene también. La expresión completa, con rima poética incluída es la siguiente: “Parece la gata Flora, cuando se la ponen grita, cuando se la sacan, llora”. Disculpen si estaban cenando.
Pregunto a la platea masculina cuántas veces dijeron a sus mujeres/novias/amantes/etc. que no podían estar con ellas porque iban a jugar al fútbol… y no fueron. Cuántas veces dijeron que estaban trabajando… y no estaban. Doy estos ejemplos sin que necesariamente haya que pensar que en esos casos estaba “la otra”… pero pueden anotarme un puntito y reconocer que cuando tienen esas actitudes, provocan, inevitablemente, reacciones en la mujer que padeció la mentira. Y luego las llaman gatas floras…
Por eso, y desde este humilde lugar, me permito refutar el gataflorismo. No es la insatisfacción, es el engaño. No es la incertidumbre, es el “verso”. No es la dependencia afectiva, es la duda.
miércoles, 5 de diciembre de 2007
POEMA XXX (Julián Axat)
LA ÑATA CONTRA EL VIDRIO
Bien… así las cosas, el razonamiento parece correcto. El problema empieza cuando hay que ponerle nombre a la saturación, al malestar… Y la verdad, no quisiera tener que hacerlo… porque entonces estoy segura de que va a ser un vuelco triple. Claro, yo sé por donde estoy haciendo agua, por dónde se me hunde el bote…
De todas maneras, el mecanismo parece repetirse: saturación-vuelco-vómito-problema no resuelto-nueva saturación-nuevo vuelco-nuevo vómito… y así hasta la locura…
Hay quienes tienen algunos métodos para exorcizarse a sí mismos de estas situaciones, que por supuesto no las resuelven, pero las hacen más llevaderas. El humor, por ejemplo. Y en ésa yo me prendo. El sentido del humor me ha sacado de las situaciones más bizarras. Pero es sólo cuestión de saber observar un poquito a los demás… para detectar cuál es el momento de humor de una persona que está alegre o feliz y el de alguien que está dejando la vida en el camino y se ríe con la ilusión de que, de a ratos, vuelve a estar vivo.
Claro, hilando, dejando fluir las ideas, de repente se juntaron los tumbos, las ganas de vomitar y la muerte, o más bien, la no-vida. No es lo mismo morir que no vivir, eso es bastante simple… el famoso “muerto en vida”… La frase habitualmente se asocia al infeliz, al tipo que no hizo nada de su vida y que sigue haciendo nada… Yo creo que la muerte en vida pasa por otras latitudes humanas. Me remite a la forma de caminar de los animales encerrados, la conducta de cautiverio típica de los zoológicos… con la pobre bestia gastando el suelo siempre en la misma dirección, yendo y viniendo sobre la misma línea, con la libertad a dos pasos y las rejas a uno.
Ahí está, tal vez, el conjunto de palabras-ideas que puede darle forma a esa sensación de ahogo, derrape, vómito, no-vida… es ver la liberación tan cerca y no poder asirla… dar vueltas como león enjaulado por los barrotes del problema que uno no puede resolver.
Como dice el tango… es ver la vida con la ñata contra el vidrio, esa reja transparente que te separa de los felices, o de los que, al menos, parecen serlo.