"Seamos capaces de sentir la satisfacción moral de un acto de libertad."

(Rodolfo Walsh)

viernes, 15 de febrero de 2008

HISTORIAS DE BADOO-INOS



Estas no son historias de beduinos, aunque merecerían serlo, pese a la cuasi cacofonía y al recurso facilongo. Son historias de habitantes de una comunidad cibernética –Badoo- a quienes mi amiga Nath llamó así, badoo-inos.


Fue precisamente Nath quien me habló de este sitio de encuentros de la web, en el que por cierto, no todos ni todas buscan pareja… Se busca conocer gente. Algunos orientan su búsqueda en un estricto sentido sexual, otros buscan simplemente amistades… Y puede parecer que no, pero se hacen buenos amigos en estos espacios. De esto puedo dar fe.


Tengo la sospecha de que el tiempo que antes se invertía en dar la vuelta al perro, ahora propone dos contubernios predecibles: uno, entre traseros y sillas y el otro, entre ojos y monitor. Esto, por un lado abre maravillosas ventanas al mundo, pero cierra las puertas al barrio, a la ciudad, a la comunidad a la que uno pertenece.


Así fue como para mí, nacieron los badoo-inos. Hombres, la enorme mayoría más jóvenes que yo, a la pesca de damas con experiencia y con cámara web. Algunos con residencia no muy lejana, fueron inmediatamente descartados… jamás iba a tener una conversación de tono subido con alguien a quien podía llegar a cruzarme en el micro o en el subte… Jamás. Con algunos otros, locales bien locales, con los que existía una especie de “tal vez”, quedamos ahí… compartiendo msn.


El plato fuerte fueron –y siguen siendo, supongo- los extranjeros. Algo en mis fotos, tal vez la piel muy blanca, el cabello muy rojo y los ojos muy celestes, llamó la atención de los nor-africanos, musulmanes de Marruecos, Argelia,Túnez, Egipto y la ex Costa Francesa cuyo nombre actual –Djibouti- me resulta casi impronunciable. También los hubo hindúes, canadienses, mexicanos, dominicanos, peruanos, y por supuesto, españoles, franceses e italianos, y algún belga de cremallera floja.


Con ellos atravesé, en menos tiempo del que tardo yo en darle el olivo a un argento, desde pedidos de matrimonio hasta sorpresivos miembros masculinos en mi pantalla, que parecían no pedir aprobación, sino simplemente ser observados. Y en el medio, todo lo imaginable.
Un caso interesante fue Mohamed, tunecino, 28 años, oriundo de un lugar inexistente, pero al que pertenecen todos los internautas de esa nacionalidad. La benemérita ciudad se llama Toktogul, y existe, pero en Asia, en la ex república soviética de Kyrgyzstan, casi en la frontera con China. Otro tunecino reconoció que utilizaban todos una ciudad con seudónimo… Y es cierto que resultaba raro que no hubiera gente de otras ciudades de Túnez… todos toktoguleños. Pues Med, tal su apodo, resultó un chico interesante, había estudiado economía en Francia, pero como mi francés es muy básico, hablábamos en inglés. Como un niño de pecho, cada dos palabras pedía teta… El pibe quería ver y también mostrar, y como en pleno mes sagrado de Ramadan no podía ejercer con sus coterráneas… le daba duro y parejo a la web… total, el Corán no dice nada sobre restricciones religiosas para el sexo cibernético.
Otro caso raro fue Ashraf, egipcio, 40 años… él quería casarse. En un inglés exasperante por lo básico, pero muy respetuoso, llegó a decirme que estaba averiguando qué documentación necesitaba para venir a la Argentina a conocerme… porque yo le había dicho que antes del casorio había que verse las caras… Empezó a buscar por otros lares cuando le dije sobre mi 50% judío… También propusieron matrimonio Djamal, 33, de la ex Costa Francesa, que en alguna vuelta de la vida se olvidó de todo y se presentaba como mujer lesbiana, y Chatru, 35, de la India, desesperado de soledad y buscando esposa madura.


Los occidentales, todos buscando sexo de cualquier tipo, a saber… ellos con cam, masturbándose para gloria del mundo; ambos con cam, masturbándonos… y el remanido verso argentino, de un veterano exportado a Italia por razones económicas, que planeaba viajar a la Argentina y quería hacer sus depósitos por estas tierras. Sorprendente, un niño francés de 22 años, organizando un viaje a nuestro país, con meses de antelación, buscaba, de manera muy correcta, hay que decirlo, asegurarse sexo, pagándolo, para cuando estuviera aquí. Igual de correcto, para la fecha en que había dicho que estaría en la Argentina, visitó silenciosamente mi página… como avisando de su llegada.
Un camionero franco-canadiense que abandonó ante mis dificultades con el idioma, un cadete de la Policía Nacional dominicana, quien recibió su shot de cul por esa misma razón, un yankee ultraconservador que fue directo a la Lista Negra, un argelino que quería enseñarme el Corán, una senegalesa fanática del Papa, un canario de Tenerife tremendamente guarro, son algunas de las personas con las que me crucé desde mi silla y sin pedir visa.


Claro que el mejor capítulo es el de los argentinos –y las argentinas- pero el tema amerita dedicación especial. Al final, no sé qué hago buscando países y ciudades con el Google Earth, con la gente fantástica que vive tan, pero tan cerca…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, confieso que intente encontrarte, pero no pude. Qué gracioso, la gente que conociste por esa pagina debe estar temblando por si cuentas algo de ellos.
Saludos
Federico

María Marta Bruno dijo...

Hola, Fede... gracias por visitar mi casa. Lástima que yo no pueda visitar la tuya. En principio, será complicado que me encuentres, porque las fotos no son las mismas y uso un nick. Pero la gente que conocí, y que vive en la Argentina, no tiene nada que temer... de las buenas gentes tengo todo bonito para decir y de los otros, no vale la pena hablar...
Un abrazo