"Seamos capaces de sentir la satisfacción moral de un acto de libertad."

(Rodolfo Walsh)

martes, 20 de noviembre de 2007

CON LA CABEZA PUESTA EN EL MATRIMONIO



Un día, no hace mucho, me dio por sentarme y escribir. Y recordé cuando, años atrás, me quedaba mirando la hoja vacía esperando que la inspiración me diera una manito. Ahora estoy mirando esta hoja virtual, casi vacía, y sigo esperando que me visite una inspiración que sea para nada virtual.


Hace tanto, tantísimo que no escribo, que las ideas que me interesan se atolondran, se entremezclan y pugnan por ser elegidas… y por un momento siento que mi cerebro es el ramo cursi de una novia, arrojado al grupo de mujeres casaderas que no tienen contra quien casarse…

Bueno, tengo algo para empezar: mujeres asociadas con ideas, casamiento como variante de boxeo: en esta esquina, La Novia… en esta otra esquina, El Novio. Cualquiera diría, sin un gran esfuerzo intelectual, que no me fue bien en mi matrimonio. ¡Bingo!

Tal vez se pueda desprender del párrafo anterior alguna cadena de pensamientos en relación con los rituales… la escena pagana de una novia arrojando su ramo a las solteras, y éstas desesperándose para asirlo, a fin de garantizarse el sacro casorio en el transcurso de los subsiguientes 365 días. Todo esto en el marco del ritual mayor, el más profundamente arraigado: el Matrimonio.

Y desde aquí, dos ideas efluentes… la primera y más obvia, la del matrimonio como institución social, como marco para la creación de una familia, el pre-juicio de que del matrimonio necesariamente nacerán hijos (ése día no se habla de la frustración de buscarlos y no encontrarlos, y mucho menos se asume públicamente el deseo de no tenerlos). Y la segunda, la fiesta, que es en realidad, la única razón por la cual la mayoría de la gente que se casa toma la opción religiosa. Aunque, por estos tiempos, muchos casamientos se restringen a la fiesta, sin ceremonia civil ni litúrgica.

Ah… ¿no? ¿que no es así? Ah… pues con lo simple que es tramitar la fecha en un Registro Civil y en una parroquia, elegir dos testigos y dos padrinos, ir el día previsto y dar el sí… daría la impresión de que la confección de los trajes para el civil, la del vestido y el traje para la ceremonia de marras, la compra de zapatos, las invitaciones para la ceremonia y para la fiesta, las ligas, la lencería ad-hoc, la cábala de llevar algo usado, algo azul, algo prestado… la peluquería, la maquilladora, la ropa de familiares y padrinos, el alquiler del salón, los mozos, la vajilla, la mantelería, la comida, la mesa dulce, la torta con las cintas, los souvenires, el DJ, el carnaval carioca, las fotos, el video, la lista de regalos en alguna casa de electrodomésticos, la noche de bodas, el viaje de bodas, las fotos del viaje de bodas… y todos los etcéteras posibles, exceden largamente la sencilla razón que los convoca, y me refiero, por si alguien perdió el hilo de la lectura, a formalizar la unión entre dos personas.

Y en medio de todo esto… ¿alguien habló de amor? Vaya si pueden ir saliendo las ideas, a partir de una hoja en blanco…
Quedarán para otro día… Blanca pero no radiante estaba la hoja…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bonito... Y qué cierto!!

María Marta Bruno dijo...

Gracias, Anónimo!