Hoy ha sido una jornada democrática en
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Pero aquí hubo elecciones legislativas de medio término. Se hacen para renovar parcialmente las cámaras legislativas nacionales, provinciales y municipales.
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Pues bien...
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Confieso que he votado. Que es distinto que decir "confieso qué he votado"... No, no... no confieso qué he votado. Y sospecho que jamás lo confesaré.
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El mío fue un voto de coyuntura. Me da un poquito de vergüenza. No demasiada, pero algo me da. Porque no fue un voto de convicción. Es que no encontré ninguna alternativa que me sedujera lo suficiente (últimamente no encuentro nada que me seduzca lo suficiente).
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Igual, habilitados los resultados preliminares, mi voto coyuntural no sirvió para nada. Con lo cual queda claro que los votos de coyuntura no sirven y uno se queda, encima, con la sensación de haberse traicionado en pos de romper una opción, que igualmente se sabía falsa.
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Así que vamos con algunos detalles pintorescos de la jornada.
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La gripe chancha ya llegó al país, hay 1500 infectados y 26 muertos. Así que ante la convocatoria electoral, se sugirió usar barbijo y llevar alcohol en gel para limpiarse las manos luego de la votación. Se vota en escuelas, y todo es tocado por mucha gente: desde los documentos hasta los picaportes...
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Así hice mi entrada triunfal en la escuela de mi barrio (¡primera vez que voto en mi ciudad!). Mi primera sorpresa fue encontrar a un soldado, vestido de fajina, armado con fusil, custodiando la entrada. Una imagen que remite a otras épocas y/o a países hermanos que tienen graves problemas de violencia... pero... ¿acá?
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Fue raro...
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Yo no me sumé todavía a la paranoia de la gripe chancha, así que no tengo barbijo, y para entrar a la escuela, cubrí mi boca y mi nariz con un pañuelo de papel. Dicen los que saben y hablan por la tele que el contagio es por contacto y a través del aire.
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El soldado me vio llegar con la cara tapada y se produjo el siguiente diálogo:
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Soldado (en adelante S): Señora... qué quiere?
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Yo (en adelante Yo): Supongo que quiero votar.
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S (mirada de "no entiendo"): ah...
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Yo: Mirá, no quiero ofenderte, pero hoy es día de elecciones nacionales, es domingo, esto es una escuela. Hoy se vota. Acá se vota.
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Fin de la conversación, con el miliquito mirando con cara de bobo, supongo yo, dándose cuenta de que me había preguntado una estupidez.
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Por suerte sólo había tres personas antes que yo… una de las autoridades de la mesa de votación contigua sí tenía puesto un barbijo, pero el resto, incluso las de mi mesa, sin barbijo, sin alcohol, incluso, una de ellas, con los ojos irritados, síntoma de resfrío y tal vez algo de fiebre. Y otra, tomando mate, aunque no sé si lo compartía con alguien o no.
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El trámite fue corto, amable, voté y me fui a tomar el micro para ir a otro lugar de votación… el que le corresponde a mi papá, quien fue detenido-desaparecido y luego asesinado, hace 32 años.
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Mi papá, como todos los detenidos-desaparecidos siguen figurando en los padrones electorales, porque técnicamente no están muertos. Si nadie se hace cargo de haberlos detenido ilegalmente, de haberlos fusilado o torturado hasta la muerte… pues ahí están, todavía.
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Y encima, como infractores a la ley, porque –si serán atrevidos- no se presentan a votar.
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Por ello fui hasta la sede del Ministerio de Economía provincial, donde se habían habilitado cuatro mesas.
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Me presenté en la mesa masculina 21, con lo cual, de entrada, me ligué miradas raras (qué hace una mujer acá!). Me acerqué al presidente de la mesa y mostrándole los papeles que acreditan la condición de desaparecido de mi papá, le dije:
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Yo: ¿Tiene en su padrón a Mariano Ramón Bruno?
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Presidente (en adelante P): Sí, está.
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Yo: ¿Puede poner en el padrón AUSENTE POR DESAPARICIÓN FORZADA, por favor?
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Consultas entre las autoridades de mesa, mi papá está en el orden 112, y uno de los fiscales partidarios me pregunta qué es desaparición forzada.
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Sí.
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Me lo pregunta.
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En este país, en el que hubo 30 mil detenidos desaparecidos, miles de asesinados y un millón y medio de exiliados, durante la dictadura militar… en este país, todavía hay alguien que pregunta qué es desaparición forzada. Así nos va.
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Le pregunté si sabía de los desaparecidos de la dictadura, a lo que contestó con un lacónico “ahh…”
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El presidente de la mesa accedió –un poco a regañadientes- a poner AUSENTE POR DESAPARICIÓN FORZADA. Debo aclarar que este es un reclamo de los organismos de Derechos Humanos… porque los desaparecidos no están oficialmente muertos. En Argentina hay mucha gente en ese status –desaparecido- sin que haya forma legal resuelta (fallecimiento). El reclamo es que en los padrones no se elimine a los desaparecidos –porque no están, repito, técnicamente muertos- y que las hojas se editen con la frase AUSENTE POR DESAPARICIÓN FORZADA. Como manera de visibilizar a los desaparecidos y de sacarlos de esa zona ingrata del que ha incumplido con un deber cívico.
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P: Igual los tienen que sacar, porque están muertos.
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Yo: Desde el momento en que nadie se hizo cargo de sus muertes, formalmente no lo están.
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P: Pero a los siete años ya se los considera muertos.
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Yo: A los desaparecidos no.
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P: Sí
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Yo: No. Por eso siguen apareciendo en los padrones. Y por eso le pido que ponga AUSENTE POR DESAPARICION FORZADA, porque él habría venido, de haber podido, de no haber sido desaparecido.
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P: Igual no sirve para nada ponerlo.
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Yo: Ya lo sé, es testimonial. Yo no vine acá esperando encontrar a mi papá votando.
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P: …
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Yo: Igualmente, gracias. (mutis)
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Me fui de ahí, con la comida que había comprado para mis perros y mis gatos, pensando cómo puede ser que haya gente tan indiferente al punto de no conocer, no saber, no importarles nada de nada.
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Llegué a mi casa una media hora después, escuchando por la radio las primeras estimaciones sobre los resultados electorales y termino de escribir este post, con los resultados más firmes.
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Y con la sensación de que nos vamos directo al abismo. Porque somos un pueblo que no custodia su historia, que olvida, que repite errores.
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Con la sensación de que definitivamente la vida es un tango.
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Una herida absurda.